Yo antes no era una pregunta, pero un día me encontré un chiste que me dio un consejo. Como no sabía dónde guardarlo me lo puse en el bolsillo de la chaqueta de verano y me lo llevé de vacaciones, descubriéndolo de repente escondido bajo una opinión que me guardaba para soltarla detrás del mejor momento, el que estaba esperando hacía rato. Entonces vi que salía corriendo un descaro que me silbó: ¡Responde! Parecía un presentimiento saltando del cenicero, pero era una arrogancia verde con cara de susto. Recordé que tuve una idea cansada escondida en mi casa que caminaba agachada cerca del sueño que tenía en el desván, estaban nerviosos y hablaban de comprarse otro coche. Pisando la sorpresa que cruzaba encantada mi historia percibí un engaño que quería librarse de la imprudencia que perseguía, pero había un enorme aburrimiento discutiendo con siete dudas la mejor forma de disponer el cartón para tapar la propuesta. Era ésta otra linda utopía
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